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‘Dubicel’, el sueño animado cumplido de un estudio latinoamericano


2 octubre, 2018

Era el año 2011, cuando Yashira Jordán, Ezequiel Suárez y Ezequiel Gonzales, tres veinteañeros en Buenos Aires, Argentina, se juntaron en la sala de un livingcon el sueño de hacer animación. Sin ninguna inyección económica para hacer una empresa, juntando los pocos pesos y centavos que tenían, “totalmente dementes y delirantes”, crearon Celeste Estudio. De repente ese imaginario creció. Empezaron a trabajar para clientes como Honda, Huawei y muchas otras empresas fuera de ese país. Aún en las puertas del éxito empresarial, no olvidaron la primera aspiración que los llevó hasta ahí. Así nació Dubicel, su primer cortometraje animado en stop motion. Una historia sobre un niño, capaz de materializar objetos mágicos que aparecen en sus sueños.

 

El cortometraje animado tuvo su primera presentación a lo grande. El primer visionado se lo realizó en el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy, en Francia –en pasado junio–, considerado uno de los más importantes del género. El estreno en Argentina está previsto entre el tercer y cuarto semestre de 2018, en el Planetario de la ciudad de La Plata, ya que esta institución, junto a Polar Studio de México, ejerce como co productores del filme.

 

El corto fue codirigido por Yashira Jordán e Igor Gopkalo Streif, quien además está a cargo de la dirección de animación. Mauro Escobar le narró el cuento de Dubicel a la realizadora boliviana, mucho antes de que existiera Celeste Estudio. Fue así que años después desempolvaron la historia y junto a su equipo decidieron materializarla. “Es como cuando tienes un proyecto por el cual estás muy apasionado, se van sumando muchas personas y van apareciendo varias cosas. Hicimos el rodaje en un mes y la preproducción en tres meses anterior a eso. Después la postproducción si fue larga, porque el trabajo del stop motion es bastante complejo”, explica Jordán vía telefónica.

 

Otro que se sumó al proyecto, fue el cantautor estadounidense-argentino, Kevin Johansen, quien “después de enamorarse del corto”, según Jordán, accedió a prestar su voz como narrador del filme. Fue un detalle que estaba contemplado desde la concepción del guión, ya que Dubicel no habla. Cada detalle de la producción fue cuidado con detalle, explica la codirectora. Para la concepción de la escenografía se realizó campañas de reciclaje de chatarra, las mismas que fueron tratadas para que evidencian las texturas de la pintura y de los materiales con un efecto retrofuturista.

 

Dubicel es el primer proyecto artístico que la realizadora emprende después de su largometraje Durazno (2012), protagonizado por Nahuel Pérez Biscayart. No siente que haya un cambio de formato al trabajar la imagen real y la animación. Cree que lo más importante es la narración y no el medio. Aunque sí percibe algunas ventajas de una forma de hacer cine frente a la otra: “La animación te da un poquito más de tiempo en el rodaje, en el que puedes jugar un poco. Te acerca a la infancia, a lo que hace un pintor, un escultor o un artista plástico, porque tienes más tiempo con materiales como pinceles, carpintería, como un escenógrafo o director de arte. En el cine o en el documental los tiempos son más apresurados, estas con un equipo técnico corriendo todo el tiempo y no tienes ese tiempo de reflexión”.

 

Oportunidades del ‘stop motion’

 

La elección de realizar el cortometraje en stop motion fue por un tema de identidad, que tiene que ver con las raíces latinoamericanas, explica Jordán. Esta técnica de animación es más cercana al contexto de América Latina, por una relación con lo artesanal, la cultura, por el trabajo con las manos y la relación que se tiene con la comida y la tierra en algunos países de esta región, a diferencia de Europa o Estados Unidos. “Si te pones a ver los trabajos en Laika [un estudio que ha revitalizado esta técnica de animación en los últimos años], se están volviendo cada vez más industriales. Somos más artesanales en Latinoamérica por ese contacto que tenemos con nuestra cultura y con nuestra tierra. Desde chiquitos hemos hecho esculturas con barro, hemos jugado con plastilina, entonces hay una aproximación al stop motion porque lo tenemos incorporado”, afirma Jordán.

 

Celeste Estudio está conformado por un equipo multicultural. Si bien su sede de trabajo está en Argentina, maneja proyectos en México, Bolivia y EE UU. Jordán cree que la coproducción y el intercambio de conocimiento entre países es una de las vías para que los proyectos de animación salgan adelante en la región. “Nuestra meta como Celeste es fomentar estos intercambios. Se va a ir generando esta cadencia de fomento e intercambio de conocimientos para ir creando más producciones y así dejar un legado. Que se vayan formando generaciones de profesionales de la animación, que no solo se realicen cortos, sino que quede como una huella de conocimiento detrás de ese corto”, agrega la directora.

 

Es así que a través de distintas iniciativas y alianzas, el estudio de animación tiene otros ambiciosos proyectos en carpeta. Anacronte es uno de ellos, una coproducción argentina-boliviana-mexicana, que contó con profesionales como Nelson Luty, director de arte de Metegol. Otra de las obras que manejan es Cholita sunrise. Un cortometraje que será dirigido por Alexander Juhasz, diseñador de los personajes de la versión animada de El Principito (2015), y que también contará con Anthony Scott como jefe de animación, conocido por su trabajo en películas como Coraline o El extraño mundo de Jack (Pesadilla antes de navidad). Con el estreno de Dubicel próximo a realizarse, Celeste Estudio no deja de crear y continúa dando pasos para cimentar ese sueño animado convertido en realidad.

 

Fuente: elpais.com